Siempre he fantaseado con conocer el espacio sideral y los territorios imposibles del Universo. Las imágenes de las diferentes misiones Apollo llegando y orbitando la luna, las del Telescopio Hubble en galaxias lejanas y el Voyager como un objeto poético queriendo comunicar nuestra existencia, han alimentado mi deseo cósmico.

Coincidencialmente el día de mi nacimiento, 14 de febrero de 1990, el Voyager tomó la foto en la que nuestro planeta es  un pequeño punto azul perdido en un cosmos de estrellas. Como un grano de arena que brilla en las playas recorridas por mi memoria, su destello me pregunta sobre aquel hecho del destino, y si quizás,  impacta mi existencia y mi manera de entender la vida, desde el día en que nací. 

Amores Imposibles es una serie sobre los amores cósmicos que mis manos y mi arte acarician con el espíritu.

Cat's Eye Nebula as a Flower.

Dry Point Engraving on Cotton Paper.

50 x 35 cm.

2025.

CERES

Ceres fue mi segundo amor imposible. Es un planeta enano que orbita alrededor del sol como un cuerpo solitario, atrapado en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Aunque está muy lejos de la Tierra,  el vaivén orbital acerca a Ceres a nuestro planeta, pero nunca lo suficiente para verlo a simple vista.  Esa danza de dos seres que giran en sincronía, atraídos por una fuerza mayor, en un cortejo infinito pero condenados al desencuentro. La tensión entre cercanía y lejanía, entre deseo y destino, se convirtieron en la materia sensible de esta serie de grabados. En Ceres se proyecta una nostalgia cósmica: la de los vínculos que no pueden consumarse, de los encuentros que solo existen en la órbita de la intuición y el anhelo. Un amor silencioso que danza en trayectorias paralelas, sin tocarse nunca.

Encontré en Ceres un cráter de hielo con la misma composición química de ciertos lagos de la Tierra. Me aferré a la idea de tocar algo aquí que me conectara con él allá. Mis manos dibujaron varias perspectivas a diferentes escalas del lado más frío de Ceres, de su cráter, recorrieron sus grietas y la eterna soledad de su cuerpo.

Con mis dibujos me sentía estudiando un cuerpo humano, como si estuviera acariciando un codo o un hombro de Ceres, el cual a su vez se transformó en otras imágenes terrenales: cascadas cósmicas, avalanchas y montañas. 

LA LUNA

La contemplación de la luna ha sido de naturaleza idílica y simbólica.  Su ciclo relacionado con el mio.  Una luz plateada que acaricia a todos los seres y espacios con un  manto de misterio. Las anécdotas humanas, literarias y mitológicas sobre el enamoramiento lunar alocado y platónico, donde aquellos individuos pierden la cordura y literalmente, se vuelven lunátic@s.  En ese Ser literario, me convirtió el amor cósmico. 

De forma lunática quise recorrer sus valles y sus laderas por medio del grabado, contemplando en detalle sus cráteres, habitando y sintiendo su poca gravedad. El estudio de las primeras imágenes del Apollo 8, 9 y 10,  me llevaron a mi primera forma de Amor Platónico por la Luna, alimentando mi deseo de crear geografía con mis manos y el grabado, mis manos como mensajeras de mi corazón.